viernes, 11 de abril de 2008

Ori Fogg - Gelsenkirchen

Queridos amigos, ha caído un mito. En Alemania las salchichas no son como las pintan. En cambio, la cerveza sí que está buena sí... Os cuento.

Viajo a Gelsenkirchen con el Barça para jugar ante el Schalke 04 hace apenas una semana y media. El primer detalle, y curioso, es el avión. Mira que cojo vuelos, pero ninguno de ellos se mueve más que la nave en que suele viajar el Barça. Normal que después algunos bajen del aparato y no rindan. Por hacer no se puede jugar ni a la PSP. Lo he intentado de todas maneras. Y nada… acabas por desistir.

Llegamos a eso de las 14:30 al aeropuerto de Dusseldorf, porque en Gelsenkirchen no hay aeropuerto. Los gladiadores bajan del avión y ya tienen el autocar en la puerta, no sea que se cansen. De ahí, ellos al hotel, y nosotros a la odisea.

Nos recoge un autobús a la salida del aeropuerto que nos llevará a Bochum, porque en la ciudad de nombre impronunciable tan sólo hay un hotel.
Curiosidades de la vida, nuestro alojamiento se encuentra justo al lado del campo del Bochum. ¡Me encanta! Mañana voy a visitarlo, pienso.

Nos comentan que en breve comienza el entreno del Schalke. Cogemos el autobús los periodistas que estamos motivados. Los que pasan, sencillamente pasan. Visitamos la ciudad deportiva del equipo minero. Preciosa.
Como apreciáis en la foto, el campo de entrenamiento está cerquita del Veltins Arena. Luego os hablo de esta gran maravilla.


Estuvimos mirando la sesión, que era a puerta abierta, a diferencia de la del Barça que sólo los periodistas podemos observar los primeros 15 minutos. Allí había, al menos, 200 aficionados separados por la pírrica valla que habéis visto. Y después del entreno, sesión de autógrafos y fotos con total naturalidad. ¡Qué envidia de club!

La cosa se alarga. Conozco al de seguridad que, curiosamente, es un sevillano que hace 25 años que está en Alemania. Me lo cuenta todo. Una bellísima persona, la verdad.
También hablo con Néstor “el maestro”, segundo entrenador del Schalke; y con jugadores como Bordon, Rafinha o Kuranyi. Los que hablan español, vamos.
Decidimos ir a comer. Nos comentan que el restaurante de la zona deportiva está muy bien. Nos damos un rodeo y vemos que hay hasta un campo con arena de playa para que los porteros practiquen y una red para jugar a fútbol playa. Insisto. Envidia cochina.

Entramos al restaurante y sólo abrir la puerta el olor ya nos pega una puñalada. “Lo típico de aquí es el frankfurt con salsa de curry”, nos dicen. Inocentes, nos lo pedimos. Creo que todavía tengo parte de ese Frankfurt en mi organismo. No ha parado de repetirse el cacho de carne.

Enlazamos la comida con la merienda en la zona de prensa del Veltins Arena, donde en breve entrena el Barça. Nos habla Rafa Márquez y nos balbucea Rijkaard. No hay sustancia alguna.
De ahí al hotel. Cena. Cervezas varias, y poco más. Nos comentan que existe una zona llamada “el triángulo de las bermudas” donde hay fiesta. Mentira. Dos bares justitos.

Al día siguiente suena el despertador para visitar el campo del Bochum, de nombre Rewirpower Stadion. Como podéis ver en la foto, podríamos decir que es como Las Gaunas de Alemania.
La parte sorprendente del tema es que me entero que el equipo fue fundado en 1948, es decir, a parte de Christiansen, tiene mucha más historia. Vemos una puerta abierta. Decidimos entrar. Primero accedemos a la grada, visitamos la zona de prensa etc. Y decidimos bajar al césped. Nadie nos dice nada, así que vamos hasta el centro del campo, al túnel de vestuarios y a todo lo que se precie. Gran visita, sí señor.


Comemos en el hotel. A lo fácil. Algo de salmón (recomendable) y la cervecita de rigor. Preparamos el partido una horita y media antes, y nuevamente, de Bochum a Gelsenkirchen. Nos sabemos ya el camino de memoria.

Y, por fin, llegamos a esta maravilla llamada Veltins Arena. Apreciarlo bien. Es como cualquier pabellón pero a lo grande. Enorme. Increíble.


Por dentro es una maravilla. Parece de todo menos un campo de fútbol, ya que está a rebosar de bares con mesas y sitios donde tomarte algo con total tranquilidad. Es lo más parecido a un centro comercial, vamos.
Además, está todo tan bien montado que os daré dos detalles. El primero es que allí no existe el dinero. Tú compras una tarjeta por valor de 10 euros, por ejemplo, y pagas con esa tarjeta monedero. Es decir, si a principio de temporada te compras una de 200 euros, no hace falta que lleves dinero al fútbol.
Otro detalle es que no hay botellas ni barriles de cerveza. Existen unos depósitos y a partir de tuberías, se reparte la cerveza por todos los surtidores del campo. Impresionante.


Por otro lado, en la zona de prensa hay un catering 5 estrellas. Con pollo y patatas, arroz con leche, mousse de chocolate etc. Un 10.

Pero menos comer y más jugar. Aquí tenéis la imagen de este coliseo cubierto. ¿Precioso verdad?

Vivimos el partido con la intensidad que toca. Por desgracia lo tengo que ver de pie porque la UEFA nos hace la vida imposible. Pero ganó el Barça. El dolor era menos.

Después de la guerra, el guerrero descansa. Llegada al hotel a eso de las 00:30. Cena, cerveza, sueño. Y a las 9 de la mañana, camino de Barcelona. Un viaje más…

*Si hacéis click en la foto, se maximiza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Las Gaunas" de Alemania! ajjajaja Enorme OriFogg! Te felicito per akta secció. M'encanta.