jueves, 1 de mayo de 2008

La Tribunona: El penúltimo gran héroe

Un genio con sus luces y sus sombras pero unos colores bien claros y definidos. Le gusta, porque me niego a hablar en pasado, anudarse su bufanda del Sporting de Gijón a la cintura, ir al Bar Limón momentos antes del partido de los domingos y comentar con sus amigos la alineación de Preciado. Cada quince días es un asiduo a El Molinón, se sienta donde siempre y anima como uno más. Pero no lo es.

Juan Castaño Quirós está ingresado desde el sábado en la UCI del Hospital de Cabueñes tras una ingestión masiva de antidepresivos. Uno de los genios del balón rojiblanco está pasando el momento más delicado de su vida. Alguno tirará de tópico diciendo que "su vida siempre fue como una montaña rusa", que "pudo haber sido alguien grande en esto del fútbol" o, incluso, que "no quiso jugar en un grande porque no quiso". Tópicos, tópicos y tópicos que no dejan de ser comentarios que uno ha escuchado en las últimas horas.

Pocos son conscientes de lo que significa el nombre de Juanele. Fue el último gran ídolo astur que consiguió poner en pie a El Molinón, el último hombre de Mareo que provocó una guerra civil con su entrenador de entonces, Mariano García Remón, por negarse a darle la titularidad, el último sportinguista que quiso retirarse en el Sporting y al que no dejaron volver a casa.

De Luis Enrique apenas pudimos disfrutar una temporada, de Villa un par de ellas, pero Juanele se mantuvo desde el 91 al 94 como la referencia del Sporting. Incomprensiblemente le dejaron salir de Mareo, como a tantos otros, y con él se fueron los últimos vestigios del Euro Sporting que tanto molestaba a Real Madrid o Barcelona y comenzó la debacle de la que todavía no hemos salido. Con Juanele fuera de Gijón empezó el hundimiento y desmantelamiento de la plantilla, se inició la apuesta por los extranjeros antes que por los asturianos, se dejó de un lado la tradición y, lo que es más grave, el aficionado de siempre se empezó a olvidar de lo que de verdad es la esencia del fútbol.

Ahora que el Sporting parece ver la luz al final del túnel, la masa social de 300.000 sportinguistas tiene que alentar al Pichón como se merece para que el bueno de Juan salga de ésta. Dicen que los antidepresivos ingeridos, si sale de su situación, le dejarán secuelas irreparables. Pero Juanele siempre será Juanele: un ídolo cercano, humilde, trabajador y con una clase capaz de poner en pie a la afición más exigente del fútbol español. Con él fuera de El Molinón se fue la magia, con él en las gradas el Sporting volverá a Primera ¡Aguante Pichón!




1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ánimo Pichón!
Un jugadorazo dotado de una técnica exquisita. Si no recuerdo mal, marcó un golazo de vaselina en visita al Camp Nou con el CD Tenerife.
Gran artículo, Rodri